Esa noche desee que alguien me abrazara y espantase la tristeza que recorría mi cuerpo, cerrando rápidamente la cicatriz que empezaba a formarse en mi corazón. El pareció entender mi desconsuelo y me atrajo contra su pecho. Me abrazo fuertemente, intentando alejarme de la pena, pero solo consiguió el efecto inverso y rodaron dos lágrimas por mis mejillas; una por sentir que esos abrazos nunca me pertenecieron del todo: y la segunda, la mas dolorosa, al darme cuenta del gran privilegio que es ser amada...
-mariana jara-
-mariana jara-
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